Richard Gere sobre los Oscar tras 30 años de veto: “Pretendo hacer daño al enfado, a la exclusión”

La relación de Richard Gere con los Premios Oscar es una historia marcada por el éxito cinematográfico y la controversia política. A pesar de haber protagonizado títulos icónicos como Pretty Woman, Días del cielo, Las dos caras de la verdad, Oficial y caballero, Cotton Club o Chicago, el actor nunca ha sido nominado a la estatuilla dorada.

Su reconocimiento ha llegado por otras vías: un Globo de Oro por su papel en el musical de Rob Marshall y, más recientemente, el Goya Internacional en 2025.  

El motivo de su ausencia en la gala durante dos décadas se remonta a 1993. En aquella edición, Gere subió al escenario para presentar el premio a Mejor Dirección Artística. En lugar de limitarse a leer el teleprompter, improvisó un discurso en el que denunció la represión china en el Tíbet.

“Que se retiraran del Tíbet para que el pueblo tibetano pudiera vivir como un pueblo libre e independiente nuevamente”, pidió ante millones de espectadores.  

La reacción en la sala fue de sorpresa y aplausos, pero tras bambalinas el ambiente fue muy distinto. El productor de la gala, Gil Cates, calificó el gesto de “arrogante” y “deshonesto”, asegurando que no volvería a invitar al actor.

Desde entonces, Gere quedó prácticamente borrado de la ceremonia, convertido en persona non grata para la Academia.  

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Actuar según sus convicciones

Más de 30 años después, con motivo del estreno de un documental sobre el Dalái Lama, Gere ha decidido hablar sobre aquel veto.

“No me lo tomé particularmente como algo personal”, reconoció.

El actor explicó que nunca vio la situación como una pelea con la Academia, sino como una consecuencia natural de actuar según sus convicciones.  

Su compromiso con el Tíbet y su cercanía al Dalái Lama han sido constantes en su vida pública. Gere, defensor del budismo y activista por los derechos humanos, nunca ha ocultado su postura, aunque ello haya chocado con los intereses de una industria que depende en gran medida del mercado chino.

“No creo que hubiera malos en esa situación. Hago lo que hago, y desde luego no pretendo hacer daño a nadie. Pretendo hacer daño al enfado, a la exclusión. Pretendo hacer daño a los abusos contra los derechos humanos”, afirmó.  

El actor también aprovechó para reflexionar sobre Hollywood, asegurando que “no es un lugar especial”. Sus palabras ponen de relieve la tensión entre la libertad de expresión y las dinámicas económicas que condicionan la industria del cine.  

La historia de Gere con los Oscar es, en definitiva, la de un intérprete que eligió la coherencia personal por encima del reconocimiento institucional. Su veto durante dos décadas es un recordatorio de cómo un gesto político puede alterar el rumbo de una carrera en un entorno donde las decisiones artísticas y comerciales están profundamente entrelazadas.  

Con información de Fotogramas