La crisis oculta de la pequeña universidad de EEUU: joyas a la venta para evitar el colapso financiero

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Universiades en EEUU Alamy

Cornish College of the Arts, la universidad de arte privada en Seattle (Washington), ha puesto a la venta su joya de la corona ante la caída del número de solicitantes que deriva de la baja natalidad que asola Estados Unidos. Es el ejemplo más reciente de la necesidad de sanear las cuentas, aunque sea temporalmente, a la que las pequeñas universidades del país se están viendo abocadas por el descenso del número de alumnos.

Kerry Hall, en el barrio de moda de Capitol Hill de Seattle, es el mayor tesoro de la universidad. El edificio de casi 3.000 metros cuadrados en el que aún quedan vestigios del estilo renacentista español que bañó la costa oeste de EEUU hace un siglo, alberga en su interior estudios de danza, salas de espectáculos y aulas que han sido la seña de identidad de la escuela de arte.

Sin embargo, la realidad económica ha cambiado el paso de la universidad, que colgó en abril el cartel de 'se vende' ante el estupor de profesores, estudiantes y exalumnos.

La economía de decenas de pequeñas universidades privadas deriva de la constante caída de la tasa de natalidad a nivel nacional. Si las aulas no se llenan (Cornish tiene menos de 500 estudiantes, frente a los casi 800 de hace una década), cubrir los costes y mantener el negocio rentable se vuelve complicado.

Una de las salidas que han encontrado a este estrés económico es la venta de activos de alto valor. Actualmente, han puesto en el mercado complejos de viviendas, mansiones presidenciales, apartamentos, incluso cuadros en busca de una inyección de efectivo que evite el colapso financiero.

Tener propiedades pero no efectivo es un problema. Esto se materializa no sólo en las cifras de cierres de escuelas privadas, que se han disparado en los últimos dos años, sino que también han aumentado los impagos de bonos por parte de las universidades.

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Esta realidad es poco conocida porque queda oculta tras el buen desempeño de las instituciones privadas y estatales estadounidenses más grandes, cuyos grandes fondos de inversión y el elevado precio de las matrículas les permiten prosperar financieramente.

Una decisión bumerán

La decisión de vender los tesoros es dura, ¿y efectiva? Esto segundo no sólo no está sino que puede llegar a ser contraproducente. Emily Raimes, analista de educación superior de Moody's Ratings, recuerda a Bloomberg que si bien los fondos generados pueden brindar un alivio inmediato, no generan un flujo constante de ingresos con el que puedan contar en adelante. Además, el efecto de las ventas puede dañar el atractivo de las escuelas, profundizando aún más en la escasez de alumnos sin haber resuelto los problemas estructurales.

El College of Saint Rose en Albany (Nueva York) es ejemplo de que la liquidez de la venta no soluciona los problemas a largo plazo: pese a haber vendido sus propiedades, cerró a principios de año y en octubre se declaró en quiebra y puso a la venta su campus para poder pagar a sus acreedores.

No todas las ventas indican que una escuela está en dificultades financieras, pero hay varias escuelas que están haciendo un balance de lo que pueden vender. La New School de la ciudad de Nueva York cuenta con 10.000 estudiantes y unas cuentas saneadas y aún así vendió a principios de año un complejo de viviendas en Manhattan por 30 millones de dólares por la escasa demanda entre los estudiantes.

Con información de elEconomista

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