¿Por qué las brujas llevan sombrero puntiagudo? La respuesta está en la inquisición y Goya

El sombrero puntiagudo de las brujas, un ícono popular, tiene su origen en la Inquisición. Sin embargo, el cine y el arte moldearon el arquetipo que tenemos hoy día

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Elphaba de "Wicked" representa a la bruja clásica con el sombrero puntiagudo|Foto: Universal Pictures
Elphaba de "Wicked" representa a la bruja clásica con el sombrero puntiagudo. Foto: Universal Pictures

Al pensar en una bruja, es casi inevitable imaginar un sombrero negro, alto y puntiagudo. Lejos de su asociación maligna, los sombreros cónicos tienen un pasado espiritual y religioso. Algunos de los ejemplos más antiguos son tocados dorados de la Edad de Bronce, usados por sacerdotes que se creía poseían conocimiento y poderes divinos.

Milenios después, en las tumbas de Subeshi, China, fueron descubiertas en 1978 unas momias del siglo IV al II a.C. con sombreros puntiagudos, bautizadas como "Las brujas de Subeshi". En ese entonces, el sombrero no tenía connotaciones negativas.

La conexión con lo oculto y lo prohibido llegaría con la persecución religiosa. En la Europa medieval, los tocados cónicos se utilizaron como herramienta de identificación forzada. En el siglo XIII, los hombres judíos fueron obligados a usar el Judenhut. Posteriormente, durante la Inquisición española (a partir de 1478), los acusados de herejía, blasfemia y brujería eran obligados a vestir el "capirote" o "coroza" como marca de su pecado.

En cuanto a si fue este el momento decisivo, las opiniones varían, pero la asociación quedó grabada en el imaginario colectivo. Francisco Goya, en su pintura "Vuelo de brujas" (1798), parece hacer referencia a esta práctica, representando a brujas con altos sombreros cónicos que se asemejan a la coroza, en una sátira contra la superstición y la ignorancia.

Una teoría popular sugiere que la imagen de la bruja proviene de las "cerveceras" medievales, mujeres que elaboraban cerveza y usaban sombreros puntiagudos mientras manejaban sus calderos. Sin embargo, la historiadora Laura Kounine, de la Universidad de Sussex, califica esta conexión de "mito creado a posteriori".

"En el siglo XVI, todo el mundo tenía un caldero; era lo que se usaba para cocinar. Todo el mundo tenía una escoba, y todo el mundo llevaba sombrero", explicó Kounine a la BBC. La historiadora resaltó que irónicamente, lo que a menudo diferenciaba a una acusada de brujería en la Edad Moderna era precisamente que no llevaba sombrero, marcándola como una fuera de las normas sociales.

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La asociación moderna se consolidó gracias al arte y la literatura. Si bien un libro de 1693, "The Wonders of the Invisible World", muestra una bruja con sombrero puntiagudo, Kounine aseguró que esto fue una coincidencia.

Fue entre los siglos XVIII y XIX cuando el sombrero se fijó como atributo de la bruja malvada en cuentos de hadas e ilustraciones. Curiosamente, heroínas como Cenicienta también lucían versiones glamurosas del hennin, un tocado cónico del siglo XV. La diferencia clave radicaba en el color. El negro, asociado a la noche y lo oculto, se convirtió en el símbolo del mal.

De esta forma, la imagen de la bruja malvada se cementó con el cine. La Malvada Bruja del Oeste de "El mago de Oz" (1939), con su piel verde y su sombrero negro, se convirtió en un arquetipo aterrador. Sin embargo, las olas del feminismo comenzaron a reclamar la figura de la bruja como un símbolo de empoderamiento, solidaridad femenina y resistencia contra el patriarcado, con lemas como "Somos las hijas de las brujas que no pudieron quemar".

Esta reivindicación encontró su máxima expresión en "Wicked". La novela de Gregory Maguire y su adaptación al musical y al cine le dieron un nombre y una historia de empatía a la bruja, Elphaba. 

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