¿Qué es el fenómeno 'Roaring Kitty' en el mercado de valores?

Evidentemente, los inversores minoristas no tiene tal capacidad de manipulación, sencillamente porque no disponen de tal volumen de liquidez en el mercado

Economía y Finanzas Javier Escribano

En el mercado de valores interviene un fenómeno particularmente vital en la configuración de sus precios, que no es otro que el de la especulación, definida como el conjunto de operaciones comerciales o financieras que tienen como fin obtener un beneficio económico.

Para ello, aprovechan la fluctuación de precios en el tiempo, mediante la inversión de un capital. ¿Sus ventajas? Aseguran estos precios a su antojo, generan vehículos para poder protegerse de las fluctuaciones y contribuye a la liquidez de los mercados y a la formación de dichos precios eficientes, a su favor.

Evidentemente, los inversores minoristas no tiene tal capacidad de manipulación, sencillamente porque no disponen de tal volumen de liquidez en el mercado para moverlo, y solamente son capaces de hacerlo las denominadas Manos Fuertes - instituciones financieras, fondos de inversión, bancos- o los superinversores, que tienen una capitalización extraordinaria y son auténticos genios de la bolsa.

Ejemplo de ellos es el mejor, Warren Buffett, o los célebres Terry Smith, Bill Ackman, Bill Gates, David Tepper, François Rochon….y alguno más para no cansarles, pero la lista es muy finita, hay poquísimos inversores que puedan batir al S&P 500 - índice de los 503 valores con mayor capitalización en el mercado de EEUU- de forma prolongada. Son los elegidos, y por esta razón son billonarios.  

Después, se dan fenómenos realmente extraordinarios que son los inversores/especuladores/influencers, a la vez que es el caso que nos ocupa, el de Roaring Kitty, a la sazón el ínclito Keith Gill, impulsor de la “mememanía de las acciones” que nos ocuparemos a explicar. 

Para ponernos en antecedentes, Roaring Kitty, un inversor con una masa de seguidores notable en redes sociales, especialmente en X, antiguo Twitter, que publicó una imagen críptica el 12 de mayo de 202,  que fue interpretado por sus inversores/seguidores como una señal alcista para GameStop, cuyas acciones dieron un salto espectacular en el precio en las jornadas siguientes.

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Pero GameStop no dejaba de ser un meme stock, una acción meme, por la extraordinaria mediocridad de la empresa, por su escasa liquidez en su capitalización, muchas no sobrepasan el valor de un dólar siquiera, que son valores que experimentan un incremento en su cotización de mercado gracias al impulso dado en redes sociales y otras plataformas por parte de inversores y el público en general.

El caso es que el precio de las acciones de GameStop, se dispararon los días siguientes, ¡GameStop pasó de valer menos de 20 dólares a cerca de 400 dólares cada acción! 

¿La estrategia? Una revolución bursátil a través del llamado “short squeeze” o estrangulamiento de posiciones cortas en el mercado de derivados financieros, que es básicamente cuando, gracias a la entrada e inesperada masiva de compra de inversores minoristas, impulsados en este caso por Gill, los precios del mercado suben más de lo que los analistas y los participantes en el mercado habían esperado y rápidamente.

¿Los beneficiados? El ínclito Kitty y los inversores que se volvieron literalmente locos por esa imagen viral en redes sociales. ¿Los perjudicados? Los inversores que estaban cortos o tenían posición de venta de esa acción, y que terminan gastando más dinero del previsto en la recompra y devolución de las acciones prestadas, lo que se conoce como compra de cobertura.

¿Suena genial todo, verdad? Pues no, porque la especulación tiene un precio, nunca mejor dicho, y el mercado siempre te pone en tu sitio. Como sucedió el 24 de mayo de 2021 en el que las acciones de Game Stop volvieron a su precio inicial, con lo que muchos inversores quedaron “enganchados” y perdieron lo ganado, salvo Keith Gill, naturalmente, que incluso llegó a testificar en el Congreso de los Estados Unidos, del que salió indemne.

Sin embargo, nuestro amigo estuvo en un completo silencio tras revolucionar el mercado gracias a sus Meme Stocks hasta que volvió a la carga en X con la misma imagen viral, más alguna otra e incluso un directo en youtube, que volvió a revolucionarlo entre el 13 de mayo y el 13 de junio.

Y, claro, se volvió a desatar de nuevo la “Mememanía”, porque hay una cosa que está comprobada, el inversor, que no está preparado y que no es capaz de operar con un sistema, dejando al lado estupideces como esta o guiarse por impulsos/emociones etc., es capaz de tropezarse con la misma piedra las veces que sea necesario hasta arruinarse. 

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¿Qué sucedió ese día del mes de mayo? Que tras unos años de ese silencio autoimpuesto, volvió a subir un tweet con la misma imagen ¿Saben lo que sucedió?

Que los inversores minoristas adictos a este influencer y sus movimientos especulativos identificaron esa imagen con GameStop, y otras acciones Meme, que le hizo subir en cuestión de horas ¡Más de un 100% de su precio de cotización! Ganando en un precio intradiario de negociación del mercado - fuera de horas - en un total de valor de las acciones de US$ 17 a US$ 37, en concreto, un 110%. Su pico de cotización se alcanzó el 14 de mayo a US$ 48.75.

¿Y qué sucedió después? Lo pueden adivinar, que el tres de julio las acciones volvieron a bajar drásticamente a US$ 23, en otra bajada espectacular de la “Acción Meme” donde los aficionados, en todos los sentidos, a este fenómeno, muchos se volvieron a quedar enganchados, con la pérdida consecuente de muchas de sus ganancias, en el mejor de los casos, o si invirtieron después, cuando el precio estaba por encima de esos 24 dólares, perdiendo cantidades industriales de dinero. 

Pero ese movimiento especulativo, del que volvió a beneficiarse Keith Gill, como veremos, tiene sus consecuencias. Y es que una gran cantidad de inversores en la “Stock Mememania” denunciaron, en un principio, a Gill por manipular las acciones de Gamestop mediante un mecanismo llamado pump and dump y que consiste en comprar un activo e inflar su cotización para después vender los títulos.

Es el caso, por ejemplo, de la demanda colectiva que se presentó a finales en junio en Brooklyn, Nueva York, en el que accionista de GameStop, Martin Radev afirmaba que Gill estaba tratando de manipular las acciones para su propio beneficio.

La demanda alegaba que Gill adquirió 120.000 opciones de compra en GameStop antes de empezar a publicar sobre la empresa en mayo. Las acciones, que habían estado cotizando alrededor de 17 dólares justo antes de los mensajes de Gill, se dispararon a 48,75 dólares el 14 de mayo.

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El 2 de junio, nuestro amigo Roaring Kitty reveló que poseía cinco millones de acciones de GameStop y 120.000 opciones de compra que vencían el 21 de junio. El 13 de junio, estas participaciones habían aumentado a más de 9 millones de acciones de GameStop, sin opciones de compra pendientes.

Gill ”ejecutó discretamente sus 120.000 de sus opciones de compra de GameStop con un gran beneficio, aparentemente para aumentar su propia participación en acciones GameStop en más de cuatro millones”, según afirmaba uno de los afectados y participante en la demanda colectiva, Martin Radev. No obstante, el pasado 3 de julio, la demanda fue retirada, al menos por ahora, pero las incógnitas siguen en el air.

Porque lo más importe en definitiva, sea como fuere, independientemente de si se retoma la demanda o no, siempre bajo el lógico interrogante de supuesta manipulación del mercado de valores, aunque los datos están ahí, al alcance de cualquier lector para que juzgue por sí mismo.

Lo que está claro es que es el ejemplo más reciente y una lección inolvidable sobre el extraordinario grado de especulación que se puede dar en un mercado como el de valores, donde el que, como dice John Hayden, a la sazón célebre director de fondos de inversión, asesor sobre asignación de activos de riesgo, afamado divulgador.

”Estadísticamente, el 90% de los inversores pierden su capital en un plazo de 12 meses”, porque ya lo dice Mark Douglas en uno de los mejores libros sobre bolsa de la historia de psicología de mercado (Trading en la Zona),

“Lo que realmente separa a los buenos Traders de los malos no es lo que hacen o cuando lo hacen, sino como piensan en lo que hacen y cómo piensan cuando lo hacen. No asocie el ahora en el mercado con otro momento anterior, recuerde, cualquier cosa puede suceder. ‘Lo más seguro es… Qué quién sabe’”.

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