El fin de la ilusión

La ilusión de estar enamorado y vivir un amor es preciosa, por eso nos resistimos a abandonarla, creyendo que el tiempo traerá nuevas circunstancias propicias para esa realización

Voces del País Lina De Giglio
Lina de Giglio | El fin de la Ilusión
Lina de Giglio | El fin de la Ilusión

Cuando nos enamoramos y no somos correspondidos, pero aún estamos en el vínculo, se producen una serie de sentimientos contradictorios difíciles de manejar.

Por un lado, está la ilusión de que el otro, finalmente, se enamore y nos elija. Por el otro, la certeza interior de que esto no sucederá.

Se mezcla el más puro sentimiento de amor, de necesidad de reciprocidad, con los engaños del ego, que nos habla como si se tratara de un combate que hay que ganar. Porque sí, porque no nos resignamos a esa pérdida.

Es, finalmente, cuando podemos aceptar que nuestra valía interior no depende de otro, cuando priorizamos el amor propio al amor ajeno, que empezamos a alcanzar cierta claridad, cierta tranquilidad.

La ilusión de estar enamorado y vivir un amor es preciosa; por eso nos resistimos a abandonarla, creyendo que el tiempo traerá nuevas circunstancias propicias para esa realización.

Sin embargo, es únicamente en verdad (y no en ilusión) cuando podemos superar la madeja enredada de mensajes, interpretaciones e historias que nos contamos a nosotros mismos para creer que ese amor es posible.

Es cuando comprendemos que debemos ser amor para vivir un amor, y cuando podemos aceptar que ha sido un entrenamiento más en el infinito camino de aprendizaje a través de las relaciones humanas.

E ilusionarnos con nosotros mismos, con una versión enriquecida de nosotros mismos: más despierta, más consciente, más real.

Albergar la ilusión dentro de nosotros como la semilla de una preciosa y perfumada flor latente, promisora.

Porque, ¿acaso alguien puede vivir sin ilusión? ¿Es posible abandonar toda expectativa de encontrar trascendencia a través de otro que nos refleje y nos expanda?

Habremos de tener atención para que la ilusión no nos ciegue; que sea una ilusión que nazca de lo más profundo del autoconocimiento de nuestras propias heridas, para evitar la tremenda confusión que implica creer que alguien más nos sanará.

Sólo en el reconocimiento de nuestras necesidades emocionales es que podremos discernir, aun estando enamorados.

Difícil tarea cuando el corazón se acelera. Imprescindible para alcanzar un amor maduro, que comience por mí mismo.

Entonces, estaremos listos para ilusionarnos nuevamente con alguien más. Esta vez, con los ojos un poco más abiertos.

 imagen-vectorial-icono-linkedin-es-red-social_1036746-402

icono-redes-sociales-vector-instagram-7-junio-2021-bangkok-tailandia_53876-136728 (1)

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email