Vino y tradición: Conoce el encantador pueblo en La Rioja rodeado de viñedos

Es uno de los pueblos más bonitos de La Rioja, un lugar que, al pasear por sus calles empedradas se siente como retroceder en el tiempo. Rodeado de viñedos que producen algunas de las mejores uvas de la región

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Vídeo: El Plural TV

Está ubicado a orillas del río Ebro y es uno de los pueblos más bonitos de La Rioja, un lugar que parece detenido en el tiempo, donde los viñedos y bodegas marcan el pulso de la vida diaria. A menudo eclipsado por localidades más conocidas como Haro o Logroño, este pueblo tiene mucho que ofrecer al visitante. Desde su interesante historia ligada a la Edad Media hasta su imponente arquitectura de piedra, con un casco histórico que conserva casas señoriales de los siglos XVII y XVIII, con grandes escudos sobre sus fachadas, testigos del pasado señorial de esta encantadora localidad.

Un viaje en el tiempo

Desde la más remota antigüedad ha sido habitada por el hombre al encontrarse en un lugar privilegiado, a orillas del Ebro y a menos de 2 km. del paso natural de las Conchas de Haro, donde el río corta la cadena montañosa de la Sierra del Toloño que se prolonga desde los Pirineos (punto geográfico ya descrito por Ptolomeo en el siglo II), dando lugar a un paso llano que comunica el País Vasco con La Rioja.

El pueblo cuenta con una rica historia que se remonta a la Edad Media. Se cree que su nombre proviene de un antiguo término que hacía referencia a las "breñas" o terrenos escarpados y rocosos que caracterizan a su entorno. Durante siglos, este pequeño núcleo rural jugó un papel clave en las rutas comerciales que cruzaban La Rioja, especialmente en la producción y distribución de vino, producto que aún define su identidad.

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En 1320, fue comprada por Haro, y pasó a ser aldea dependiente de él y una de las más ilustres, donde sólo vivían hidalgos. Junto a la judería de Tondón, que fue una de las más importantes de la zona, formaba un núcleo de población ininterrumpido. Sin embargo, con la expulsión de los judíos en 1492, la antigua judería quedó despoblada y convertida en tierras de labranza. Sus habitantes decidieron independizarse y, tras años de pleitos, el Rey Felipe IV, en 1632, autorizó a este encantador pueblo llamado Briñas para constituirse en Concejo Propio. 

Detalle del escudo de una casa señorial de Briñas - Foto Ayuntamiento de Briñas

Foto: Ayuntamiento de Briñas

Pasear por las calles empedradas de Briñas es como retroceder en el tiempo. Entre sus monumentos más destacados se encuentra la Iglesia de la Asunción, un templo barroco construido a lo largo de los siglos XVI y XVII, que sobresale por su torre y su retablo mayor, que guarda interesantes muestras de arte sacro. La portada del sur es obra de comienzos del XVIII y también se le conoce como Puerta del Sol. 

También vale la pena visitar las ruinas de la ermita de San Marcelo y el Humilladero de Briñas, del siglo XVII, uno de los dos que se conservan en La Rioja. Esta construcción era el lugar de confesión de los reos, antes de subir al cadalso. Su construcción data de 1669 y alberga un Cristo de mediados del siglo XVII, al que hoy en día se sigue venerando.

Dentro, hay una curiosa inscripción: "Si en una horrible prisión, a tu padre o madre vieras, ¿no es verdad que te movieras a la mayor compasión? Pues mucho más dignas son las almas que están penando. Alívialas aquí echando limosna para este intento que después con gran aumento ellas te lo irán pagando”.

Humilladero de Briñas, en La Rioja - Foto - Wikipedia CC

Humilladero de Briñas, en La Rioja |Foto: Wikipedia CC

En los alrededores se encuentra el Santuario Celtíbero Jarrero, uno de los tesoros arqueológicos más importantes de La Rioja. Entre los elementos más destacados se encuentran las estructuras de piedra que servían de altares, posiblemente dedicados a deidades relacionadas con la tierra y la fertilidad. El santuario refleja la profunda espiritualidad de los pueblos prerromanos, que realizaban ofrendas y ritos para propiciar buenas cosechas y obtener protección divina. 

El Puente de Briñas

Puente de Briñas - Foto - Ayuntamiento de Briñas

Puente de Briñas |Foto: Ayuntamiento de Briñas

No puedes dejar de admirar el Puente de Briñas, que cruza el río Ebro y ofrece unas vistas espectaculares de los alrededores. Este puente, de origen medieval, era un paso estratégico para comerciantes y peregrinos que recorrían el Camino de Santiago, y aún hoy es un símbolo de la importancia histórica de Briñas en la región.

Es de estilo gótico construido y reformado en el siglo XIII, XV y en la actualidad, las investigaciones enmarcan su construcción dentro de la política poblacional llevada a cabo por diferentes monarcas castellano-leoneses desde finales del siglo XI, tanto para fijar la población existente como para atraer a nuevos colonos mediante la concesión de fueros y cartas pueblas. Para ello, el mantenimiento y modernización de las redes viales, en las que se incluían estos puentes, era fundamental. 

Los viñedos, el alma de Briñas

Los viñedos que rodean al pueblo - Foto - Ayuntamiento de Briñas

Foto: Ayuntamiento de Briñas

La verdadera esencia de Briñas está en sus viñedos y bodegas, que son el alma del pueblo y su razón de ser. La Rioja es conocida mundialmente por la calidad de sus vinos, y Briñas no es la excepción. Los viñedos que rodean al pueblo producen algunas de las mejores uvas de la región, que luego se convierten en vinos tintos, blancos y rosados, apreciados tanto a nivel nacional como internacional.

Una de las actividades imprescindibles al visitar Briñas es adentrarse en alguna de sus bodegas familiares. La mayoría ofrece visitas guiadas donde los visitantes pueden conocer el proceso de elaboración del vino, desde la vendimia hasta la crianza en barricas. Además, es posible realizar catas para degustar los exquisitos caldos acompañados de productos locales como el queso, el chorizo riojano o las famosas patatas a la riojana.

Un detalle curioso de Briñas es que muchas de sus bodegas están ubicadas en cuevas naturales excavadas en la roca, una tradición que data de siglos atrás. Estas cuevas, con su temperatura constante y humedad controlada, son el lugar ideal para la crianza del vino, lo que les otorga una calidad y sabor inconfundibles.

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Un entorno natural privilegiado

Briñas no solo es sinónimo de vino, sino también de naturaleza. El entorno natural que rodea al pueblo es de una belleza sobrecogedora, especialmente gracias a su proximidad al río Ebro y a las montañas de la Sierra de Cantabria. Los visitantes pueden disfrutar de diversas rutas de senderismo y ciclismo que serpentean entre los viñedos y ofrecen vistas impresionantes del valle del Ebro.

Una de las rutas más populares es la que lleva a La Mota, una colina cercana desde donde se puede obtener una vista panorámica de Briñas y sus viñedos. Este paseo es ideal para los amantes de la naturaleza que buscan un momento de paz y contemplación rodeados de paisajes vitivinícolas.

Sabores tradicionales, lo mejor de la gastronomía riojana

Una visita a Briñas no estaría completa sin degustar su rica gastronomía, que, como en el resto de La Rioja, está íntimamente ligada al vino. Los platos tradicionales de la región son sencillos pero llenos de sabor, y en muchos casos se cocinan con vino, lo que les otorga un toque especial.

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Entre las delicias que puedes probar en Briñas destacan las patatas a la riojana, un guiso sencillo a base de patatas, pimientos, chorizo y, por supuesto, vino. Otro plato imprescindible es el cordero asado, una especialidad de la región que se cocina lentamente en horno de leña y se sirve con ensalada fresca y pan de pueblo.

Para los amantes de los dulces, Briñas ofrece postres como las peras al vino, un manjar tradicional que combina la dulzura de las peras con la intensidad del vino tinto riojano. Además, en las tabernas locales podrás disfrutar de una buena copa de vino acompañado de tapas y pinchos, una forma deliciosa de terminar el día.

Con información de elplural

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