Las ‘cookies’: una moda con diversas opciones entre clásicas y modernas

Algunos de los tipos de ‘cookies’ que se pueden encontrar en obradores, pastelerías o cafeterías son las clásicas, rellenas de chocolate negro, blanco o chocolate de Dubái, así como con pistacho, nueces pecanas, dulce de leche, arándanos, frutos rojos o trocitos de manzana con canela

Cultura y Ocio Agencias
Un plato de galletas caseras|Foto: EFEÁlvaro Blanco
Un plato de galletas caseras|Foto: EFE/Álvaro Blanco

Las galletas con chispas de chocolate, conocidas a nivel mundial como ‘cookies’, se han convertido en un bocado tan deseado en todas partes que pastelerías, tiendas y cafeterías ofrecen diversas opciones, entre clásicas y modernas, las venden de varios sabores, sin gluten o veganas.

Este postre, elaborado con huevos, mantequilla, harina y azúcar, se disfruta de múltiples formas o tamaños. Son tantas las opciones que se pueden encontrar esponjosas, con su interior sólido o casi líquido y con los bordes ligeramente crujientes.

«Se ha convertido en un pastel en sí mismo para tomar de postre o para merendar», ha dicho a EFE la directora de la escuela de cocina ‘Hello Cookie’, de Santiago de Compostela (A Coruña), María Fernández.

Esta galleta de origen americano con pepitas de chocolate se ha reinventado de la clásica receta a nuevos ingredientes y coberturas.

Clásicas y modernas

Clásicas, rellenas de chocolate negro, blanco o chocolate de Dubái, así como con pistacho, nueces pecanas, dulce de leche, arándanos, frutos rojos o trocitos de manzana con canela son solo algunos de los tipos de ‘cookies’ que se pueden encontrar en obradores, pastelerías o cafeterías.

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Algunos reposteros dan un paso más y las ofrecen con patatas fritas, sal, bacon; con sabores de licores tan reconocidos como el del mojito y Baileys o famosos dulces que van desde el pastel de tiramisú a los bombones ‘Ferrero Rocher’, las galletas Lotus o los huevos Kinder.

Ahora tienen mayor diámetro y son más gruesas. «Admiten un montón de ingredientes y distintas coberturas, desde las coronadas con crema de chocolate blanco, ralladura de naranja, almendra o piñones hasta las cubiertas con golosinas como lacasitos o trocitos de nubes», añade María Fernández, a quien toda esa oferta le resulta «divertida y original».

En esa oferta no pasa por alto la necesidad de cubrir la demanda de personas alérgicas e intolerantes al gluten, los lácteos, los huevos o frutos secos.

¿De dónde provienen las ‘cookies’?

«La ‘cookie’ actual ya no es la clásica galleta de con pepitas de chocolate que se tomaba en el desayuno, hoy esta galleta vuelve a su origen y se toma como postre», dice Fernández, que recuerda que este bocado dulce fue creado por la americana Ruth Graves Wakefield (1903-1977), que las inventó por casualidad.

Corrían los años 30 en Estados Unidos, en Massachusets, cuando Ruth y su marido Kenneth Wakefield compraron una casa, a pie de carretera entre Boston y New Bedford, hogar que convirtieron en un hostal-restaurante.

Los platos que preparaba Ruth se hicieron famosos, y de postre solía hacer galletas con una antigua receta de la época colonial.

Un día, Ruth fue a prepararlas, pero no tenía ni polvo de chocolate ni frutos secos, ingredientes habituales de sus ‘cookies’.

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En su lugar, decidió añadir a la masa trocitos de chocolate pensando que se derretirían al hornearlas y nadie notaria ese apaño en la receta. Sin embargo, esos trocitos mantuvieron su forma y ofrecieron una textura más suave y cremosa. El resultado sorprendió, y se hicieron muy populares.

El periódico de Boston publicó el éxito de la galletas. Bette Davis, Gloria Swanson, John F. Kennedy, Eleanor Roosevelt, Cole Porter, Joe Di Maggioy, de camino a sus residencias en la playa de Cape Cod, paraban para degustar y hacer acopio de tan dulce bocado.

La fama de estas galletas llegó a todos los rincones de Estados Unidos, los soldados durante la Segunda Guerra Mundial se las pedían a sus familias y las compartían con otros.

En 1939 Andrew Nestlé convenció a Ruth Wakefield para que le vendiera la receta por un solo dólar. A priori parecería un mal negocio, pero la receta se imprimió en los paquetes de la marca y la cocinera fue recompensada con una publicidad que valía millones.

Con información de EFE 

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