La Vienne: el rincón secreto de Francia para una escapada tranquila

El Grand Poitiers es el destino ideal para desconectar, con un paisaje natural y monumental exquisito que aún evade el turismo masivo, manteniendo un ambiente tranquilo entre inigualables joyas medievales

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Chauvigny del Grand Poitiers en Francia
Chauvigny del Grand Poitiers en Francia

Muchos pueblos del interior de Francia son expertos en preservar su encanto, fusionando una elegante decadencia con una obsesiva conservación del patrimonio histórico, algo raro a nivel mundial y que el sector cultural admira. Un claro ejemplo de esto es La Vienne, un departamento francés ubicado casi en el mismo centro del país.

No es de los sitios más famosos de Francia, y eso es justamente lo que lo hace tan idílico en la campiña. Quizás su capital, Poitiers, sí sea más conocida.

Con apenas 80.000 habitantes, la ciudad posee un centro histórico marcado por Leonor de Aquitania, quien fue reina del país antes de convertirse en reina consorte de Inglaterra al casarse con Enrique II.

Todo el legado histórico de la región, con sus castillos feudales y abadías benedictinas del siglo IX, contrasta con la modernidad de Futuroscope, uno de los parques de atracciones más vanguardistas del mundo, conocido por sus cines 4D y las últimas tecnologías digitales.

Así se conforma el Grand Poitiers, un destino ideal para desconectar. Es un lugar con un paisaje natural y monumental exquisito que aún evade el turismo masivo, manteniendo un ambiente tranquilo entre inigualables joyas medievales.

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1. Lusignan

Los orígenes celtas de Lusignan evolucionaron hasta convertirse, en la edad media, en la sede de la poderosa Casa de Lusignan, cuyos miembros llegarían a reinar en Chipre, Jerusalén e incluso en el reino armenio de Cilicia.

Cuenta con un antiguo castillo que representa una de las mayores fortalezas de Francia y que sirve a la ciudad para presentarse como la “tierra de los caballeros”. Las murallas medievales, la puerta occidental y los estrechos callejones, fieles al trazado del siglo XI, dan fe de ello.

A mediados del siglo XIX se levantaron las halles (mercados cubiertos) de madera y piedra, uno de los monumentos históricos mejor conservados, donde todavía se respira el bullicio de los mercados tradicionales de antaño.

La iglesia románica de Notre‑Dame‑et‑Saint‑Junien, fundada entre los siglos XI y XII y transformada tras la guerra de los Cien Años, guarda capiteles tallados con bestiarios medievales, una cripta del siglo XII y una enigmática escultura de la legendaria hada del folklore medieval Mélusine.

Senderos marcados, como el GR 655 o parte de la ruta jacobea, permiten recorrer los bosques de Saint‑Sauvant. También se pueden realizar paseos en bicicleta e incluso hacer excursiones en canoa por el río Vonne.

2. Saint-Benoit

Es la más cercana a Poitiers, a menos de diez minutos en coche. Su emblema es la abadía benedictina de Saint‑André, cuyos orígenes del siglo VII se reconstruyeron en los siglos XI y XII tras la destrucción vikinga.

Hoy conserva la iglesia, la sala capitular, el antiguo dormitorio de los monjes y el claustro. Destaca también su viaducto de 328 metros de longitud y 21 arcos, originalmente atravesado por un tranvía a vapor a fines del siglo XIX, y ahora reconvertido en paseo peatonal.

La caza del tesoro de geocaching de Terra Aventura es una actividad perfecta para descubrir la ciudad de forma diferente, especialmente para los más pequeños, que deben resolver el misterio del Girasol Amarillo (se empieza desde el aparcamiento de Saint-Nicolas). Es una de las mejores opciones para los amantes del senderismo.

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3. Chauvigny

La joya del Grand Poitiers es, sin duda, Chauvingy. Su parte alta —donde se sitúa la ciudad medieval— conserva los restos de, ni más ni menos, cinco imponentes castillos fortificados.

Los más destacados son el Château des Évêques, también conocido como el castillo de los obispos; el Château d'Harcourt, probablemente el mejor conservado de todos; y el torreón de Gouzon, que alberga el Espacio de Arqueología Industrial. También es posible visitarlos restos de lo que fue el castillo de Montleón y la famosa torre de Flins.

En el centro de la ciudad medieval se alza la colegiata de Saint-Pierre, joya del arte románico que conserva una gran riqueza escultórica. Además, pasear por sus calles y visitar los talleres artesanales es una de las formas más originales y pausadas de descubrirlo.

No hay que dejar pasar el VéloRail, una atracción que recorre a lo largo de dos horas la antigua línea de ferrocarril (a través de vehículo a pedales) entre Poitiers y Le Blanc. El precio es de siete euros, y las vistas son espectaculares.

Con información de La Vanguardia 

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