Juicio inédito: sientan a una “manada virtual” en el banquillo por difundir vídeo sexual

La pena puede conmutarse por una multa y los que se sumen al pacto con la Fiscalía se comprometen a colaborar en la indemnización de 20.000 euros pedida para esta pareja

Sociedad Sala de redacción

En Oviedo ha arrancado un inédito juicio que sienta en el banquillo a “una manada virtual” unida por una misma acción: la difusión de un vídeo erótico en ese universo, a veces sin ley, de las nuevas tecnologías.

Todas esas personas, de diferentes edades, condiciones  y sexos, están acusadas de compartir  entre los contactos de sus dispositivos tecnológicos un vídeo sexual de una pareja, sin el consentimiento de los protagonistas de esa historia.

Los hechos se remontan a agosto de 2010, cuando una pareja fue grabada mientras  mantenía relaciones íntimas en un prado de la población de Luarca, en las fiestas de San Timoteo. 

Luego, las imágenes corrieron como la pólvora durante años por diferentes teléfonos, ordenadores y tabletas, lo que dejó hundida a esa pareja. Ella se vio obligada a dejar sus estudios y él emigró a Alemania.

Catorce años después se sigue implorando justicia por parte de los protagonistas de esta historia. Y esa petición está a punto de atenderse en un juicio nunca visto en España.

La primera lección

Hacer solo  un “clic” para compartir una imagen íntima sin permiso es delito y la acción se puede pagar muy cara.


 “Ese clic en la difusión de una escena sexual tan íntima para compartirla con otra persona es un delito”, se ha repetido en el arranque de este juicio, recordó el fiscal.

En la abarrotada sala judicial de Oviedo ha habido que habilitar un espacio especial con 30 personas compartiendo el mismo banquillo de los acusados por la difusión de un mismo vídeo erótico. La investigación para irlos desenmascarando uno a uno ha sido larga y engorrosa. 

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La sorpresa llegó cuando el representante de la Fiscalía anunció un cambio de postura. En vez del año de cárcel solicitado en sus conclusiones provisionales, ha aumentado esa petición de pena a 2,5 años de prisión. Considera a todas esas personas que difundieron esa escena -la mayoría de ellas, por diferentes grupos de WhatsApp- autores de un delito contra la intimidad.

La pena implica ingreso en prisión, aunque no se tengan antecedentes, lo que explica que ahora más de una veintena de estos 30 acusados hayan decidido reconocer el delito que les imputan, sin necesidad de dar ninguna explicación, simplemente admiten que contribuyeron a la difusión de ese vídeo.

Todo para alcanzar un acuerdo con la Fiscalía, que a cambio de esa confesión se muestra conforme a reducir la condena de 2,5 años a 6 meses de cárcel. Esa pena puede conmutarse por una multa y los que se sumen al pacto se comprometen a colaborar en la indemnización de 20.000 euros pedida para esta pareja.

Los que no confiesan

Este grupo asegura que difundieron esa escena para “avisar” a los protagonistas y que su intención era “ayudar”.

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Para la decena de los acusados que se negaron a ese acuerdo sostienen que no tienen ninguna relación con los hechos. Niegan haber recibido esas imágenes y haberlas rebotado a otras cuentas. Otros, que sí reconocen haber difundido esa escena, aseguran que lo hicieron de buena fe,  “con el ánimo” de advertir lo que estaba pasando y “para ayudar” a esa pareja.

Lo que no ha conseguido la investigación es desenmascarar a la persona o personas que grabaron el vídeo, ni la identidad del propietario de la cuenta desde la que se colgó esa escena en un portal de pornografía.

La abogada de la chica, personada como acusadora particular, no esconde su satisfacción por esa veintena de conformidades. “Eso es admitir el delito”, ha afirmado. Recuerda que su clienta se vio obligada a abandonar sus estudios en Gijón y perdió su trabajo. Esa joven precisó asistencia psicológica. Lo saben muy bien las personas que han pasado por infiernos similares.

Los protagonistas de esta historia, muy jóvenes cuando pasó todo,  ni tan solo eran pareja cuando les grabaron (fue un encuentro puntual) y en la actualidad cada uno de ellos sigue con su vida. Jamás tuvieron ni han tenido, pues, una relación duradera o estable.

Con información de La Vanguardia 

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