Malos tiempos para el Cohiba

Empecemos por los cafés. O por los “cafeses” como dice un amigo.

Las comidas suelen acabarse así, pues los tiempos de acompañarlo con copa y puro se acabaron. Mala época para el Cohiba y no digamos para la faria. El puro de rancio abolengo español que se guardaba encima de las máquinas de café de los bares y restaurantes de la geografía nacional, y donde se secaba por el calor, contribuyendo a su cremación.

Se empiezan las comidas con platos de sabores suaves, y se acaban con el amargor.

Compadezco a los camareros a la hora del café en las mesas multitudinarias. Los matemáticos haréis un rápido cálculo para saber cuántas combinaciones resultan ante las variantes “cafetiles”.

Solo, corto, cortado, cortado con leche natural, fría, caliente, caliente pero no mucho, descafeinado, descafeinado de máquina, de sobre, carajillo, de brandy, de whiskey. Ya no hablemos de las variantes de la leche, con lactosa y sin, de avena y de avenas venir etc. etc. etc.

Tengo un amigo, empresario de éxito en el mundo de la hostelería, que en los comienzos de su primer negocio de la cosa gastro-intestinal, hacía de patrón, maître, camarero, somelier y todo lo que fuera necesario para sacar adelante el negocio. Y vaya si lo logro¡ Acabó montando una cadena de restaurantes y hoteles de gran éxito.

Me contaba, pues, mi amigo que cuando en una mesa de muchos y dispares gustos llegaba la hora de de los cafés, no tomaba nota ni memorizaba. Se iba para la máquina y hacía un popurrí y con la bandeja llena se iba para la mesa e iba preguntando a cada caprichoso comensal como lo quería.

Entre los que llevaba en la bandeja elegía el que más se pareciese y se lo endilgaba. Nunca tuvo queja por insomnio por dar cafeína en vez de descafeinado.

¿Con azúcar? ¿Con sacarina? ¿Con stevia? 

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