Patatez

Hete aquí que con lo de la agenda 2030 en mi cabeza, me fijo en un anuncio publicado en una red social, (poco me gusta esto de red social) de unos agricultores que abogan por vender sus productos saltándose grandes cadenas, intermediarios y comisionistas.

Ahí va que voy y les hago un pedido de patatas y cebollas. Pero el dedo me juega una mala pasada y mi falta de focalización ayuda.

Total que se ve que apreté la casilla equivocada y he recibido de los sufridos agricultores tubérculos y bulbos para dar de comer a toda la comunidad de vecinos durante un mes. 40 kilos de patatas y 40 de cebollas.

Pues muy mal ya que vivo solo y no tengo mascota. Así que a falta de perro o gato veganos, me voy a dedicar a cocinar tortillas de patatas, obviamente con cebolla, para todos mis amigos. Y si me invitan a cenar en casa ajena, se las llevaré, en vez del ramo de flores o la caja roja de bombones

Afortunadamente, cocino mucho para mis amigos que espero no disminuyan en número ante el monocultivo de tortillas. Cuando vengan de ágape les obsequiaré con bolsa de súper y ya sabéis con qué.

Así que me voy a dedicar también a las patatas riojanas, al puré, a las bravas, fritas, asadas etc.

Me he hecho adicto a una página web que con el título de cien maneras de cocinar la patata promete placeres gastro-intestinales inolvidables.

En Cataluña, a los adictos al independentismo irreductible se les llamaba en mis tiempos que eran de la “ceba” Cebolla en catalán. Voy a invitar a amigos de la causa nacional-emocional y les voy a dar “ceba” hasta que se harten y de esta forma, o se convierten o desisten o dejan de hablarme.

Medito y mi mente se distrae con patatas y cebollas. Sueño con ellas y temo convertirme en un pesado con el monotema.

Ya les contaré otro día cómo acabará esta historia, yo grillado como las patatas posiblemente.

Y que todo sea para ayudar a la agricultura patria.