El momento perfecto es ahora

La gran compensación por la pérdida de la primera juventud es la certeza de saber lo que uno quiere y necesita. La certeza de saber que sólo está el presente y que no hay “más adelante”; que más adelante es ahora mismo.

Libertad de Cátedra Lina De Giglio
Lina De Giglio
Lina De Giglio

Veo cómo gente de más de 50 ha decidido que ya no quiere atender más el “Deber Ser” y que está totalmente decidida a “Ser”. Que ya ha cumplido con las expectativas de su entorno, a veces, pagando precios altísimos y que dijo “¡Basta!  Ahora me toca a mí”.

La gran compensación por la pérdida de la primera juventud es la certeza de saber lo que uno quiere y necesita. La certeza de saber que sólo está el presente y que no hay “más adelante”; que más adelante es ahora mismo.

Y estando en esta segunda juventud, sin precedentes en la historia de las generaciones, en la cual tenemos más energía y más ganas que hace 30 años atrás, estamos listos para confesar vulnerabilidades, dolores, y deseos. Y a ir por ellos.

Se trata de cambiar la piel, despojarse de lo que va quedando como resabio de tantos años de hábitos dóciles y de autoexplorar la propia necesidad. Asusta, pues no se sabe a ciencia cierta lo que se encontrará.

Sin embargo, más debería asustar perderse en el gris de lo convencional que produce el miedo a vivir. Y cuando el miedo aparece, se expande inexorablemente.

Contrariamente, en la madurez consciente, cuando conquistamos la libertad interior -si tenemos mirada presente y perseverancia- cada experiencia nueva que capitalizamos nos expande a nosotros y también a nuestro entorno. 

Conocernos profundamente nos da la posibilidad de decidir cómo, dónde y con quién queremos compartir el camino. Quienes dejan una trayectoria corporativa de estabilidad para emprender lo propio con esfuerzo e incertidumbre, eligen qué vida quieren vivir en adelante.

Quienes rompen familias después de varias décadas de convivencia para encontrar una versión más plena, más verdadera de sí mismos, renacen a una nueva manera de transitar los vínculos. Quienes emigramos de país en la madurez para dejar todo atrás y empezar de nuevo, nos damos la oportunidad de estar donde queremos estar.

Todos conocemos a alguien que ha pasado por alguna de esas circunstancias y hemos visto cuán satisfechos se encuentran ahora. Hay que ser valiente y estar dispuesto a quebrarse más de una vez, porque en cada quebranto, ganamos profundidad.

Anímate, aunque duela. El beneficio es la libertad interior. Tenemos poco para perder y mucho para ganar.

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