Osos polares del Ártico: la mitad han desaparecidos y otros están mucho más flacos

De los 1.200 osos polares que había en la Bahía de Hudson en los años 90, ahora hay 600, indican los científicos, además, su tamaño disminuye, la razón: pasan hambre

Actualidad Sala de redacción
Una mamá y su cachorro oso polar - (Canadá) La Vanguardia/Erinn Hermsen
Foto: La Vanguardia/Erinn Hermsen

La imagen de osos polares flacos, una de las primeras que se utilizaron para concienciar sobre el cambio climático, no era algo puntual, sino que ya tiene consecuencias: la especie no tiene alimentos suficientes ni para reproducirse ni para sacar adelante a sus cachorros.

Es la situación de la que alerta una investigación realizada por científicos de Canadá. Acaban de constatar que desde 1990 se ha perdido la mitad de la población de estos grandes mamíferos en una zona del Ártico canadiense

Ya se sabía que la especie está afectada por la falta de hielo, que les impide tener un base desde donde cazar. Esta nueva investigación ha recreado, gracias a un nuevo modelo ‘bioenergético’, cuántas focas necesitan cazar para sobrevivir y tener crías saludables y de cuántas disponen a medida que aumenta el deshielo. Y los datos obtenidos explican su declive.

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Para este trabajo, publicado en la revista Science, el equipo de la Universidad de Toronto Scarborough se centró en la población de osos polares que llevan décadas controlando en la Bahía de Hudson, dentro del Círculo Polar Ártico canadiense.

Asimismo, la bióloga Louise Archer y sus colegas, utilizando un modelo que rastrea la energía que logran al cazar focas, pudieron seguir el ciclo de vida completo de cada oso de ese lugar entre los años 1979 y 2021. 

Se trata de una población que en verano ya no tiene ningún hielo marino desde el que cazar, por lo que se ven obligados a ir a tierra, donde no consiguen alimentos. Se estima que el período en el que esa placa de hielo deja de estar disponible para los osos ha aumentado unos 10 días cada década.

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“Esto ha acortado la temporada de alimentación de los osos polares entre tres y cuatro semanas desde la década de 1980”, explica Archer, la autora principal. Sin hielo, comenta, “tendrían que cazar en aguas abiertas, una hazaña muy complicada porque las focas nadan más rápido”.

En su análisis del ciclo de vida de cada oso polar a lo largo de casi cuatro décadas contaron con más de 5.000 mediciones sobre 2.892 ejemplares, centrándose sobre todo en hembras adultas, jóvenes y cachorros.

En este sentido, tuvieron en cuenta variables como el tamaño de la población, la edad o la estructura sexual. “Nuestro modelo proporciona un mecanismo que muestra lo que sucede cuando hay menos hielo, como ocurre ahora, y por tanto menos tiempo para comer y menos energía; el resultado es casi exacto con lo que estamos viendo en la vida real”, indica el coautor Peter Molnár.

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De los 1.200 osos polares que había en la Bahía de Hudson en los años 90, ahora hay 600, indican los científicos, pero es que, además, su tamaño disminuye: las hembras pesan ahora 39 kilos menos que hace 37 años y los cachorros de un año, hasta 26 kilos menos. La razón: pasan hambre.

Asimismo, han detectado que va en aumento el número de hembras que tienen menos crías por camada (hasta un 11% menos); son madres que al cazar menos, disponen de menos leche para amamantarlas. Por tanto, se ha alargado el período en el que las crías dependen de ellas: ahora están un 10% más de tiempo junto a sus madres.

En este contexto, implica un aumento del tiempo que transcurre entre nacimientos, que ha pasado de dos años en la década de 1980 a tres años ya en los años 2000. Como consecuencia, cada diez años hay una diminución de un 12% en el número de cachorros de osos polares.

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Respecto a la mortalidad, la causa principal ya es esa hambre por baja ingestión de alimentos, sobre todo en el caso de las hembras adultas durante el período de verano, al que llegan con sus reservas de grasa bajas. Lo mismo pasa con muchos cachorros: muchos son abandonados antes de estar fuertes por sus débiles madres y no son capaces de sobrevivir una vez fuera de la madriguera: o porque hay menos hielo o porque cuando éste llega es tarde para ellos.

“Esto explica la baja abundancia de crías de un año que se han encontrado en los últimos recuentos”, apuntan en su trabajo.

Archer señala que “hay motivos para creer que lo que les está sucediendo a los osos polares en esta región canadiense también les sucederá a los de otras regiones árticas porque, si se tienen en cuanta las proyecciones de pérdida de hielo marino, éste es un modelo que básicamente describe su futuro”. Salvo que el calentamiento global revierta su tendencia.

La investigadora se refiere a áreas donde, debido al difícil acceso, es complicado realizar este tipo de investigaciones.

Desde el Centro de Datos de Nieve y Hielo de la Universidad de Colorado (NSIDC, por sus siglas en inglés) se ha alertado de que la situación, de momento, va a peor: la extensión media del hielo marino del Ártico en diciembre pasado fue la más baja registrada por satélite hasta la fecha.

En gran parte, señalaba en un comunicado, debido precisamente al retraso en el aumento del hielo marino en la Bahía de Hudson y también a su baja extensión en el norte del mar de Barents.

Estos días pasados, el climatólogo Zack Labe, de la Universidad de Princeton, también de Estados Unidos, alertaba de que se estaba registrando una ola de calor en el Ártico que era inusual para estas fechas invernales e indicaba que, según los datos enviados por los satélites, la extensión del hielo ártico ha sido de un mínimo histórico para un mes de enero, situación que no beneficia a una especie que debiera estar acumulando ahora la energía que precisa en forma de grasa.

Con información de La Vanguardia 

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