El oro vegetal es real: la fitominería permite a las plantas concentrar metales preciosos

La fitominería convierte en realidad el mito del oro vegetal: plantas capaces de absorber y concentrar metales preciosos en sus hojas

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oro-vegetal-fitomineria-ciencia La fitominería convierte en realidad el mito del oro vegetal: plantas capaces de absorber y concentrar metales preciosos en sus hojas

Durante siglos, la posibilidad de obtener oro a partir de la naturaleza fue considerada un sueño alquimista. Hoy, la biotecnología ha convertido esa fantasía en un proceso real debido a la fitominería, una técnica que permite cultivar especies capaces de absorber partículas de metales y concentrarlas en sus hojas. Una revolución silenciosa se desarrolla bajo nuestros pies.  

La idea de que una planta pueda producir oro parecía una metáfora o una fábula. Sin embargo, en el ámbito de la investigación científica, esa metáfora se ha materializado. Lo que antes era un anhelo de alquimistas ahora se reconoce como una práctica con nombre propio: fitominería.

Este método aprovecha la capacidad natural de determinadas especies vegetales para captar partículas de oro presentes en el suelo y almacenarlas en sus tejidos sin sufrir daños.

No generan el metal, pero el resultado es igualmente sorprendente: plantas capaces de concentrar en sus hojas un recurso que tradicionalmente se asociaba con las profundidades de la Tierra.  

El proceso de cultivo del oro

Todo comienza en terrenos donde las partículas de oro existen en cantidades tan pequeñas que la minería convencional resulta inviable. Los investigadores aplican un compuesto químico que disuelve el oro presente en el suelo, lo vuelve soluble y permite que las raíces lo absorban de manera natural.  

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El proceso, aunque delicado, es natural: la planta absorbe el oro disuelto junto con el agua y los nutrientes, y lo transporta a través de su sistema vascular. Con el tiempo, el metal se acumula en forma de nanopartículas, especialmente en hojas y tallos.

Entre las especies más eficaces destacan el eucalipto y la mostaza india, que funcionan como pequeñas bombas biológicas. Una vez completado su ciclo, las plantas se cosechan y se incineran; el oro, resistente al fuego, permanece en las cenizas, donde puede ser refinado para obtener el metal puro.

El oro verde del futuro

El valor de la fitominería no radica en imaginar jardines de lingotes, sino en su impacto ambiental y económico. Esta técnica podría aplicarse en zonas contaminadas o en antiguos relaves mineros para recuperar metales valiosos mientras se limpia el terreno. Es, en cierto modo, la unión perfecta entre ecología y metalurgia.

Chris Anderson, investigador pionero en este campo, asegura que esta biotecnología podría transformar la relación entre naturaleza e industria. Y no solo se trata del oro: estudios recientes revelan que algunas especies también pueden acumular platino, paladio o cobre, elementos clave para la tecnología moderna.

Un eco de la alquimia antigua

No hay pepitas relucientes colgando de las ramas ni milagros de laboratorio. Lo que hay es algo más poderoso: la confirmación de que la naturaleza siempre supo hacer lo que el ser humano intentó durante siglos.

Donde los alquimistas buscaban convertir plomo en oro, los botánicos han hallado una lección distinta: el oro ya estaba ahí, oculto en la tierra, esperando a ser filtrado por la vida.

Quizás el verdadero milagro no sea producir oro, sino aprender a mirar cómo la biología, una vez más, encuentra caminos que la ciencia apenas empieza a comprender.

Con información de Gizmodo 

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