Un cielo de flores violetas cubre uno de los jardines más populares de Japón

El parque de glicinas en Japón abre sus puertas el 19 de abril, cuando la floración está en su plenitud, y se puede visitar hasta el 6 de mayo

Cultura y Ocio Sala de redacción
Flores violetas en el jardín de Japón|Foto: National Geographic/Adobe Stock
Flores violetas en el jardín de Japón|Foto: National Geographic/Adobe Stock

Este jardín al norte de Japón es un paraíso en la tierra que todo el mundo siempre está ansioso y emocionado por visitar, sus túneles cubiertos de glicinas hacen que el tiempo se detenga en un completo silencio.

Si bien es cierto que lo primero que hacen los visitantes es capturar el momento en fotos con sus móviles en mano, nada opaca la sensación que dan estas flores de paz y tranquilidad, en un espectáculo cromático que no tiene comparación.

Es un escenario envolvente en el que se  despliegan varias estructuras donde estas flores, del género Wisteria, se presentan en un impactante arcoíris de colores violeta, malva, rosado, púrpura, blanco o azul.

Se trata de los jardines de Kawachi, en la ciudad de Kitakyushu (en la isla de Kyushu, a unos 1.000 km al suroeste de Tokio) que aunque no son los únicos paseos de glicinas de Japón, sí son los más populares. 

Es un parque privado ubicado en la ladera de la montaña de Fukuoka, por lo que su acceso es un poco complicado por las curvas del camino y la congestión del tránsito en temporada alta. Incluso, la caminata de 30 minutos por el predio requiere un cierto esfuerzo porque una buena parte de los circuitos está en pendiente, pero sin duda vale la pena.

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El sueño de una vida

El creador de los jardines Kawachi Fuji es Masao Higuchi, quien inspirado por un libro que leyó en su infancia, buscó una idea para dejar “alguna prueba de mi paso por el mundo”.

Como una epifanía, vio en las glicinas un vehículo para plasmar su deseo, y en 1968 con su hijo se dedicó a la hercúlea tarea de domesticar la montaña creando jardines, terrazas y senderos; además de instalar enrejados y túneles metálicos para que sean el hogar de esta especie.

Una década después, en 1977, el parque abrió sus puertas. El primer ejemplar era una glicina que iba a morir ahogada por la creación del embalse de Kawachi.

Asimismo, más y más retoños se fueron plantando hasta que ahora, 50 años más tarde, los jardines cuentan con más de 150 plantas de 22 variedades que trepan en cuatro grandes estructuras.

Tres son túneles de 80 a 100 metros, y el cuarto es un enrejado de 3.300 m2 donde las glicinas de la variedad Noda Nagatani caen como si fueran cascadas por encima de las cabezas de los visitantes. Además, hay dos domos donde uno siente que ha entrado en una nube de colores pastel.

Túneles y cascadas de flores

El parque abre sus puertas el 19 de abril, cuando la floración está en su plenitud, y se puede visitar hasta el 6 de mayo. Debido a la alta demanda turística, sobre todo potenciada por las redes sociales, los dueños del jardín han puesto un sistema de venta anticipada para evitar las aglomeraciones, con precios desde los 18,5 a los 25 euros por persona.

Los circuitos de los jardines Kawachi se realizan en un solo sentido. O sea, no se puede retroceder, por lo que todos los visitantes van caminando lentamente para capturar la magia del lugar a cada paso.

En la parte superior se encuentra un sector donde hay 700 arces que promedian los 30 años (y una veintena que superan los 70 años), que en otoño tiñen el suelo de hojas amarillas y ocres, lo que invita a volver a este parque para encontrar un paisaje completamente diferente.

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Radiografía de las 'fuji'

Las estructuras del jardín fueron montadas para que la naturaleza haga su trabajo. Las glicinas, llamadas fuji en Japón, son plantas trepadoras que abrazan troncos y ramas (o en este caso, armazones metálicos) en el sentido de las agujas del reloj, y que se expanden hasta 20 metros del suelo y a 10 metros hacia los lados. 

Así conforman un tapiz vegetal de follaje denso, con hojas de un verde intenso, con flores agrupadas en racimos de 15 a 20 centímetros de largo, y que cuando se abren desprenden un aroma que recuerda al de la uva.

El simbolismo detrás de la glicina

Como muchos otros elementos de la naturaleza en la cultura japonesa, la glicina está cargada de simbolismos, representados en antiguos escritos como el Kojiki (considerado el primer libro de historia de Japón, del siglo VIII) o el Manyoshu (recopilación de poemas, del mismo siglo).

Por ejemplo, a las glicinas se las considera como una representación de la longevidad porque sus plantas pueden vivir por décadas, pero la brevedad de la floración también representa la fugacidad de los momentos felices.

Debido a que los racimos se inclinan levemente hacia el suelo se les adjudica valores como reflexión y humildad, así como contemplación y respeto. Como también es símbolo de amor y devoción, es muy frecuente que sus flores se utilicen para decorar bodas o embellecer jardines creados bajo los patrones de la filosofía zen.

Además, porque quedan preciosos con los colores que despliegan cada primavera.

Con información de National Geographic 

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